Autor: Fran Ruiz.
Me prometí descansar del tema Chávez-rehenes-FARC, pero el venezolano está realmente empeñado en ser noticia todos los días (¿cuándo saca este hombre tiempo para gobernar a su propio pueblo?) y se empeña en ocupar titulares de prensa, aunque sólo sea para dejar claro que no es tan descabellada la propuesta de un grupo de la oposición de declararlo “mentalmente insano” y sacarlo del poder.
En su creciente proceso paranoico llegó a decir el miércoles que los gobiernos de Colombia y Estados Unidos conspiran para asesinarlo, pero, como en todos los casos que ha hablado de conspiración para echarlo del poder, sin pruebas. Menos mal que el colombiano Álvaro Uribe se aguanta y no cae en estas provocaciones. También ha debido de darse cuenta de que el pobre desvaría.
Más preocupante es lo que ocurrió ayer en un nuevo e increíble desafío. El parlamento venezolano —chavista en su totalidad— acaba de “legalizar” a las FARC y al ELN, las dos mayores guerrillas colombianas, que se financian del narcotráfico y la industria del secuestro.
El anuncio implica que la tortura y el secuestro con el que castiga las FARC no serán considerados un delito en Venezuela, los guerrilleros podrán así pasearse por el país impunemente y proseguir con el negocio del tráfico de cocaína sin mayores problemas.
No le ha importado a Chávez que la comunidad internacional, desde la Unión Europea, pasando por Estados Unidos, la propia Colombia, e incluso aliados, como el ecuatoriano Rafael Correa, o la ex rehén liberada Clara Rojas, le hayan recordado que el secuestro y la tortura son crímenes de lesa humanidad, y que mientras las FARC retengan a más de 700 personas y sigan secuestrando como lo ha hecho en estos días, no pueden dejar de ser una organización terrorista.
Pero Chávez tenía un trato acordado con las FARC y no ha querido echarse atrás: Si el mundo quiere seguir viendo a los rebeldes como terroristas para él no lo son, y como en Venezuela quien manda es el presidente y el Parlamento obedece, pues no hay más que hablar.
La decisión de Venezuela es peligrosa e indecente porque da oxígeno a la guerrilla y la hace ver que secuestrar y torturar tiene recompensa política. En definitiva, que el terrorismo es una vía para lograr objetivos, aunque el país que lo sufra sea una democracia.
La advertencia de la organización no gubernamental Freedom House, sobre la preocupación que le causa el retroceso de las libertades en Venezuela y el temor a que la revolución chavista, con toda su carga autoritaria, se extienda por la región, cobra ahora un cariz mucho más alarmante. La deriva del presidente Hugo Chávez roza la ilegalidad internacional.
Artículo publicado en La Crónica de Hoy.
Me prometí descansar del tema Chávez-rehenes-FARC, pero el venezolano está realmente empeñado en ser noticia todos los días (¿cuándo saca este hombre tiempo para gobernar a su propio pueblo?) y se empeña en ocupar titulares de prensa, aunque sólo sea para dejar claro que no es tan descabellada la propuesta de un grupo de la oposición de declararlo “mentalmente insano” y sacarlo del poder.
En su creciente proceso paranoico llegó a decir el miércoles que los gobiernos de Colombia y Estados Unidos conspiran para asesinarlo, pero, como en todos los casos que ha hablado de conspiración para echarlo del poder, sin pruebas. Menos mal que el colombiano Álvaro Uribe se aguanta y no cae en estas provocaciones. También ha debido de darse cuenta de que el pobre desvaría.
Más preocupante es lo que ocurrió ayer en un nuevo e increíble desafío. El parlamento venezolano —chavista en su totalidad— acaba de “legalizar” a las FARC y al ELN, las dos mayores guerrillas colombianas, que se financian del narcotráfico y la industria del secuestro.
El anuncio implica que la tortura y el secuestro con el que castiga las FARC no serán considerados un delito en Venezuela, los guerrilleros podrán así pasearse por el país impunemente y proseguir con el negocio del tráfico de cocaína sin mayores problemas.
No le ha importado a Chávez que la comunidad internacional, desde la Unión Europea, pasando por Estados Unidos, la propia Colombia, e incluso aliados, como el ecuatoriano Rafael Correa, o la ex rehén liberada Clara Rojas, le hayan recordado que el secuestro y la tortura son crímenes de lesa humanidad, y que mientras las FARC retengan a más de 700 personas y sigan secuestrando como lo ha hecho en estos días, no pueden dejar de ser una organización terrorista.
Pero Chávez tenía un trato acordado con las FARC y no ha querido echarse atrás: Si el mundo quiere seguir viendo a los rebeldes como terroristas para él no lo son, y como en Venezuela quien manda es el presidente y el Parlamento obedece, pues no hay más que hablar.
La decisión de Venezuela es peligrosa e indecente porque da oxígeno a la guerrilla y la hace ver que secuestrar y torturar tiene recompensa política. En definitiva, que el terrorismo es una vía para lograr objetivos, aunque el país que lo sufra sea una democracia.
La advertencia de la organización no gubernamental Freedom House, sobre la preocupación que le causa el retroceso de las libertades en Venezuela y el temor a que la revolución chavista, con toda su carga autoritaria, se extienda por la región, cobra ahora un cariz mucho más alarmante. La deriva del presidente Hugo Chávez roza la ilegalidad internacional.
Artículo publicado en La Crónica de Hoy.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario