“No veo por qué razón Cozumel, su biodiversidad y sus atractivos naturales tengan que pagar la factura de la voracidad depredadora de los hoteleros y terratenientes de Cancún y Playa del Carmen”, afirma en entrevista exclusiva la principal crítica del proyecto, Guadalupe Alvarez, cuya protesta por el masivo plan de extracción rebasó ya el ámbito local y ha comenzado a ser mencionada en medios de comunicación nacionales, además de haber llamado la atención de las autoridades federales del medio ambiente.
Alvarez Chulim no es, por supuesto, la única persona en Cozumel que se opone a la idea de tomar a la isla como el principal banco de materiales del estado, pues el rechazo a esta idea, es compartido por mucha gente en la isla que, sin embargo, rehúsa dar sus opiniones en público.
“Yo creo que es porque todos en la isla nos conocemos de alguna u otra manera y nadie se quiere meter en problemas con el gobierno”, afirma la conocida ecologista, quien acto seguido agrega que no hay por qué tener miedo de expresar una opinión “porque eso es una facultad que nos otorgan las leyes a los ciudadanos y son los gobernantes los que están obligados a escucharnos”.
Con más de 20 años de actividad en defensa del medio ambiente, la también presidenta del grupo Cielo, Tierra y Mar, Citymar, afirma con la ley en la mano que “a los que nos oponemos a la extracción de arena nos asiste la razón” apoyando sus dichos en los preceptos de la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente y del propio Plan de Ordenamiento Ecológico Local, POEL, documentos ambos que son relevantes para este tema y de los que la señora Alvarez Chulim tiene completamente lleno su escritorio.
En el local de su agrupación ecologista, ubicado en el centro de la ciudad, la conocida activista considera que de darse cumplimiento a lo que dicen las leyes, la extracción de arena no debería llevarse a cabo en Cozumel, pues ésta contradice varios acuerdos, leyes y tratados que protegen la zona de la isla de donde se planea sacar el material.
Estos son el tratado Ramsar para la protección de las tierras húmedas del mundo, que listó las lagunas del norte de Cozumel en su lista de sitios protegidos apenas en febrero pasado; el Plan de Ordenamiento Ecológico Local de la isla de Cozumel y su área marina de influencia, POEL, documento que expresamente prohíbe en esa zona de la isla la extracción de ese material; el estudio previo justificativo para el establecimiento de una zona de protección de flora y fauna de la Secretaría federal del Medio Ambiente, Semarnat y la veda total del caracol rosado, especie en peligro de extinción a la que por ley se le ha protegido de manera total por tres años en la isla a partir de este 2009, y que justamente en la zona del dragado tiene su mayor campo de reproducción en la isla.
“Ya nada más por todas esas leyes debería estar prohibido plantear siquiera la extracción de arena en ese lugar”, asegura la ecologista, quien agrega que lo más preocupante e injusto del asunto es que “en Cozumel sí tenemos playas porque no se ha construido en las dunas del otro lado de la isla, como lo hicieron los voraces hoteleros y fraccionadores de Cancún y de Playa del Carmen que con su desprecio por el medio ambiente y por las leyes y con su infinita codicia, destruyeron ellos mismos su zona federal”.
La ambientalista lamentó que el gobierno del estado insista en rescatar a esas personas en lugar de dejarlos que afronten ellos mismos el costo de sus excesos y advirtió que aunque muchos en la isla no conocen gran cosa de ecología “todos nos oponemos a que se lleven de aquí la arena porque ni siquiera será para Cozumel sino para reparar las playas de otros municipios que tienen su propia arena y cuya actividad económica a los cozumeleños no nos toca de nada”.
Dijo además que sería más sensato, y más barato, recuperar la arena que ya antes se había regado en las destruidas playas de Cancún apenas hace tres años y a un costo millonario.
“¿A dónde se pudo ir esa arena?”, se pregunta, y ella misma responde que “la arena que se lavó de las playas de Cancún está ahí mismo, frente a Cancún y de ahí deberían dragarla porque sería más sencillo, más justo y más barato”; pero antes, aseguró, los hoteleros de Cancún y Playa del Carmen tienen que tener un plan de mantenimiento que funcione y entender que ese dragado tendrá que ser permanente, pues mientras los hoteles construidos sobre las dunas afecten como lo hacen la dinámica natural de la costa “le pueden echar toda la arena que quieran y el mar se la llevará en el primer mal tiempo porque no hay nada que la sostenga”.
Sin embargo, se dijo preocupada porque “tal parece que no están buscando la opción más sencilla ni la más barata, sino al contrario, como si lo que quisieran es que se gaste lo más posible en el dragado y que se tenga que volver a hacer pronto para que se gasten a lo tonto otra millonada de dinero, que al fin y al cabo no es suyo”, dijo; “pero que no lo hagan a costa de nuestra isla”, finalizó.
Artículo tomado del periódico Por Esto!
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