jueves, 12 de abril de 2007

NO JUZGUEN Y NO SERÁN JUZGADOS

El hecho de estar en contra del aborto no me permite juzgar ni condenar a las mujeres que han tenido que recurrir a esta medida extrema y dolorosa. Nadie se realiza un aborto con la sonrisa en los labios, considero que todas han llegado a tomar esa determinación después de haber visto cómo se iban cerrando las demás opciones. Es como el suicidio, nadie puede entender los motivos. Así que no me queda más que expresar mis respetos para las mujeres que han tomado una decisión difícil y mi admiración para las que, a pesar de tener todo en contra y sentir que el mundo se les viene encima, han decidido dar luz a una nueva vida.

Lo que sí es cuestionable es la actitud de algunos políticos que toman como bandera una situación tan delicada y no se andan con escrúpulos a la hora de exhibir gente inocente como Paulina y su hijo.

La Iglesia condena el aborto, no a las mujeres que abortan.

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