Los rivales de Andrés Manuel López Obrador en el PRD tratarán de aprovechar el Congreso Nacional Extraordinario, que comienza el jueves, para criticar la falta de ética en el partido, llamar a la sensatez política y denunciar, en abstracto, el caudillismo. Pero parece difícil que se le paren enfrente al hombre que hace un año los impulsó hasta los 15 millones de votos.
Y no es que la élite perredista se sienta cómoda con la omnipresencia de López Obrador, o con amenazas como la que les lanzó el sábado: si mueven un pelo en Pemex sin mi consentimiento, “que se olviden de darme la cara, que ni me dirijan la palabra”.
Una frase lógica, pues la era López Obrador ha sido rica en megalomanía y cruel con los adversarios internos (Cuauhtémoc Cárdenas, Rosario Robles, ahora Amalia García…). Había sido también la más exitosa en los 18 años de vida del PRD, hasta que una cadena de errores de párvulos del líder frenó el impulso y ha dejado las cosas a la deriva, en riesgo de extravío.
El PRD de hoy, en tanto, carece de atractivo, fuerza y reflejos. Necesita de la bendición del patriarca tabasqueño en las encrucijadas, es incapaz de ganar votos y le ha regalado al PRI la suculenta posición de contrapeso del presidente Calderón. El horno no está como para que los Chuchos ni, todavía, el grupo emergente alrededor de Marcelo Ebrard reten a López Obrador.
Por eso el Congreso terminará adorándolo. A fin de cuentas, a un año del 2 de julio, nadie ha hecho mayor cosa para desmontar el argumento de que un PRD moderado perdería apoyo social. Aunque la realidad demuestre que el PRD del “no” automático y el pleito callejero lo esté perdiendo a ritmos acelerados. Día a día.
Fuente: Diario Milenio.
Y no es que la élite perredista se sienta cómoda con la omnipresencia de López Obrador, o con amenazas como la que les lanzó el sábado: si mueven un pelo en Pemex sin mi consentimiento, “que se olviden de darme la cara, que ni me dirijan la palabra”.
Una frase lógica, pues la era López Obrador ha sido rica en megalomanía y cruel con los adversarios internos (Cuauhtémoc Cárdenas, Rosario Robles, ahora Amalia García…). Había sido también la más exitosa en los 18 años de vida del PRD, hasta que una cadena de errores de párvulos del líder frenó el impulso y ha dejado las cosas a la deriva, en riesgo de extravío.
El PRD de hoy, en tanto, carece de atractivo, fuerza y reflejos. Necesita de la bendición del patriarca tabasqueño en las encrucijadas, es incapaz de ganar votos y le ha regalado al PRI la suculenta posición de contrapeso del presidente Calderón. El horno no está como para que los Chuchos ni, todavía, el grupo emergente alrededor de Marcelo Ebrard reten a López Obrador.
Por eso el Congreso terminará adorándolo. A fin de cuentas, a un año del 2 de julio, nadie ha hecho mayor cosa para desmontar el argumento de que un PRD moderado perdería apoyo social. Aunque la realidad demuestre que el PRD del “no” automático y el pleito callejero lo esté perdiendo a ritmos acelerados. Día a día.
Fuente: Diario Milenio.
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